El problema del acoso escolar se engrandece en los medios de comunicación. Entrevista a Lourdes Menacho
El diario digital https://otroperiodismo.com, en su edición del 13 de septiembre de 2018, publica una entrevista a Lourdes Menacho Vega, Presidenta del Consejo General de Colegios de Educadores y Educadores Sociales (CGCEES), que reproducimos en estas páginas:
«El problema del acoso escolar se engrandece en los medios de comunicación».
Sobre la atención a los menores migrantes no acompañados, el absentismo escolar, el techo de cristal, el aumento de la violencia intrafamiliar, el intrusismo en las profesiones de intervención social, y otros temas candentes, habla Lourdes Menacho, presidenta del Consejo General de Colegios de Educadores y Educadoras Sociales.
De voluntaria e impulsora de asociaciones vecinales y juveniles en una comarca rural, a ‘ingeniera’ de la transformación social a nivel nacional. El alto grado de implicación, el compromiso con los derechos de la ciudadanía y una gran conciencia feminista, caracterizan desde muy joven a Lourdes Menacho (Jerez, 1972). Actualmente, lidera el Consejo General de Colegios de Educadores y Educadoras Sociales. Menacho echa un vistazo atrás y se siente orgullosa de haber trabajado muy duro para poder cursar una de las primeras promociones de la diplomatura de Educación Social en Madrid. En cuanto al presente, tras casi dos décadas ejerciendo, reivindica salarios dignos, la profesionalización de quienes trabajan en la intervención social y un país más cívico.
OtroPeriodismo.- ¿Tiene que explicar en qué consiste su trabajo habitualmente?
Lourdes Menacho.- Sí, sí, me pasa a mí y a muchas personas de este país. Hay ciertas profesiones que proceden del altruismo, de la voluntariedad, de la caridad bien entendida y del asistencialismo, oficios que se han ido profesionalizando y el de educador social es uno de ellos. Siempre ha habido educadores sociales, se les llamaba de otra manera. La creación de una asociación de profesionales a nivel estatal y luego la federación exigió a la Administración que se creara la diplomatura. Aunque no nos guste el programa ‘Hermano Mayor’ ha ayudado mucho a visualizar nuestra la profesión, pese a que él no es educador social. Tenemos muchos ámbitos de trabajo: a veces con población que se encuentra en desventaja social, en dificultades y, otras, con población en circunstancias normales porque nuestro trabajo es normalizar.
OP.- ¿Y cómo define su profesión?
LM.- Es tan complicado y tan fácil. Yo digo que soy ingeniera de itinerarios personales y colectivos porque en este país ha habido una época en la que pesaban mucho las carreras de ciencias. Realmente trabajamos y formamos fuera del ámbito escolar. Cuando hablamos de educación lo reducimos al ámbito escolar y no debemos hacerlo. La educación cívica y ciudadana son súper importantes, y nos dedicamos a eso.
OP.- ¿Por qué es importante que haya educadores y educadoras sociales?
LM.- Es necesario para la cohesión social y la mejora de la ciudadanía. Acompañar a las personas para que crezcan en conocimiento, también en emociones para afrontar la vida. Estamos en un momento en el que la sociedad está muy violenta y todo lo que vemos en los medios es más violento que en la realidad, la gente es mejor persona de lo que pintan los medios de comunicación. Hay otra parte de la sociedad que no se muestra y que existe.
OP.- ¿Con qué colectivos trabajáis?
LM.- En un alto porcentaje con la juventud, en centros de protección de menores de gestión pública y privada; en los servicios sociales; con personas con discapacidad, adicciones; y, muy importante, en los colegios como una figura no docente donde trabajamos el absentismo escolar, la relación con la familia, etc.
OP.- ¿Cómo han cambiado en estos últimos años esos colectivos? ¿Cuál de ellos ha aumentado?
LM.- En la actualidad hay sectores emergentes como el de mediación intrafamiliar debido al aumento de delitos en la relación familiar. Existe una carencia a la hora de establecer límites, en algunos casos por falta de formación e información de los padres para que la familia salga adelante, y no me refiero al nivel económico sino en relación a la estructura familiar, ahí se produce la violencia filo-parental. Es una problemática diferente que hay que trabajarla de forma distinta. Otro colectivo que ha crecido son los MENA, los jóvenes migrantes no acompañados. Tememos que esa emergencia social justifique el no contratar en condiciones a los profesionales. Están los pliegos de condiciones, pero se están abriendo centros en tres días y se convoca a los profesionales de forma poco regular.
OP.- ¿Los MENA están bien atendidos hoy día?
LM.- Según la legislación vigente, cuando un recurso se pone en marcha tiene que tener su proyecto educativo de centro, otro de intervención educativa… todo tiene que estar muy claro. Si se aplica el convenio colectivo debe respetarse la ratio de educadores. Un servicio de emergencia es distinto, pero no deja de ser centro de primera acogida porque no dejan de ser menores. Un menor es menor, lo es aquí en Alemania y en Europa, es decir, hay que respetar la legislación europea en cuanto a la protección del menor. Esto no es nuevo, los MENA llevan años llegando sin ampliar las plantillas en los centros, se abren muchos recursos pero externalizados.
OP.- ¿En qué puede desembocar esa falta de atención adecuada a los MENA? ¿Cómo repercute en ellos?
LM.- Dadas las malas condiciones de trabajo, el educador o educadora se va cuando ya ha creado un vínculo con estos chavales, entonces los chicos desconfían. Los MENA son distintos debido a la realidad de la que proceden, no tienen a su familia al lado y vuelven a sentirse abandonados. Hay mucho intrusismo en nuestra profesión ya que, como en otras que no se valoran, parece que las puede hacer todo el mundo. Cuando se trata de población desfavorecida parece que todo el mundo puede intervenir porque les estamos haciendo “casi un favor”, no se ve como un derecho de la ciudadanía.
OP.- Afectados y algunas asociaciones acusan a las Administraciones autonómicas y locales de amañar las cifras de acoso escolar, de ocultar los casos y/o edulcorarlos. ¿Cree que eso es cierto?
LM.- Creo que el acoso escolar es un problema grave, pero no mayoritario. El acoso es algo muy concreto que se da, se repite en el tiempo, hay un acosado, acosadores, compañeros testigo y observadores pasivos… El profesorado está hasta arriba de trabajo, así es complicado estar pendiente de todo lo que ocurre, hacen falta otros profesionales que se ocupen de la vigilancia. El problema del acoso escolar se engrandece en los medios de comunicación. A mí me preocupa más que no se den los datos reales de absentismo escolar. No es que no me preocupe el acoso escolar, pero está muy claro qué hay que hacer, para eso están los protocolos y el plan de convivencia a nivel estatal. Pueden haber casos en los que no se dice, bueno, legislado está.
OP.- Legislado está, ¿y el protocolo funciona?
LM.- Sí, sí, pero hay que ponerlo en marcha. Ahora bien, ¿cuándo es acoso y cuándo no? Estamos en un momento en el que las familias son muy intervencionistas, le llevan la mochila al niño a clase. A ese niño y a esa niña le faltan habilidades para enfrentarse a la vida. Todas las personas que han estado en un colegio han tenido que aprender a defenderse.
OP.- Hay acoso cuando los actos son reiterados.
LM.- Exactamente. Normalmente cuando eso se da más veces el alumnado lo detecta. En cada cole hay una comisión de convivencia en la que se comparte lo que sucede. La educación en la escuela requiere plena atención, se controlan las clases, el espacio físico, el recreo. ¿Y quién controla la red social del niño o la niña cuando sale de la clase? ¿Quién controla con quién se relaciona el crío o la cría a través del móvil desde casa? Eso otro mundo.
OP.- Se deduce de lo que dice que los padres son en gran parte responsables de que se produzca el acoso.
LM.- No siempre es así, pero sí es cierto que la familia tiene parte de culpa: ¿por qué el alumno no pone límites cuando le pisan y por qué un crío piensa que sí puede pisar a otro? Tenemos a niños y niñas súper empoderados y piensan que pueden ridiculizar a otro. Hay que trabajar con el acosador y el acosado.
OP.- Usted ha trabajado en Cáritas, cuenta además con una amplia trayectoria en voluntariado. En este sentido, ¿qué opina sobre la relación Iglesia- Estado?
LM.- La Iglesia asumía y aún hoy asume lo que el Estado no veía o no podía asumir. Hay entidades religiosas pioneras trabajando con colectivos vulnerables o excluidos. Existe una parte de la Iglesia que está más ocupada en mantener cierto orden jerárquico bastante machista en el que no entramos las mujeres: sacerdocio, la cúpula… Otra parte que nadie ve que son las monjas, las congregaciones religiosas que han aportado lo que hoy son políticas sociales. Hay lugares en los que la Iglesia ha desarrollado actividades sociales muy importantes.
OP.- ¿Qué casilla marca usted cuando presenta la declaración de la renta?
LM.- La de la Iglesia y la de fines sociales.
OP.- Ha conseguido ser presidenta del Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales. ¿Existe el techo de cristal en su campo? ¿Lo ha roto?
LM.-El techo de cristal existe en toda la sociedad aunque a veces no lo vemos, te muevas donde te muevas. Es un obstáculo de la cultura patriarcal. La primera presidenta, mi antecesora, también fue una mujer. Otros sectores están súper feminizados y, sin embargo, los hombres dirigen los colegios profesionales. Yo no tengo hijos, eso se nota. Digo esto porque no quiero dar apariencia de perfecta ni de ‘superwoman’. La responsabilidad familiar –no me gusta llamarla carga– te limita si te quieres dedicar a una determinada profesión. Hay mujeres que tienen hijos y que están haciendo una labor fantástica pero, ¿a costa de qué? Ojo con la alta implicación; compromiso con equilibrio porque queremos transformar tanto que nos olvidamos de nosotras. Creo que es una injusticia, nos dejamos la vida en ello. Nadie nos da un premio por ser la mejor ama de casa. Yo plantearía que en edad de crianza hombres y mujeres estuvieran al cien por cien con los hijos de cero a seis años. Otros países están muy avanzados en este aspecto.
Aprovecho para decir que el ámbito sindical está muy masculinizado. ¿Por qué el sector de las ‘kellys’ no avanza más rápido? Porque son mujeres. ¿Por qué las empleadas domésticas no avanza? Porque son mujeres. ¿Por qué el sector naval sí? Porque son hombres. ¿Por qué los barrenderos tienen un convenio colectivo? Porque son hombres. Ellas y ellos barren y las mujeres no lo tienen.
OP.- ¿Por qué fue necesaria la creación del Colegio de Educadoras y Educadores Sociales?
LM.- Se crea para favorecer los intereses de la profesión, por la deontología, para plantear cómo se interviene, realizar un seguimiento a las administraciones públicas… Nos costó cambiar el nombre e incluir ‘educadoras’, no es un colegio de educación social, sino de profesionales.
OP.- ¿Qué más le gustaría decir antes de concluir la entrevista?
LM.- Necesitamos que todo el mundo se implique, el compromiso de la ciudadanía en la transformación en los derechos de la ciudadanía en general. Es necesario otro periodismo, otros medios de comunicación que también cuenten que hay otras realidades. Es verdad que hay actos violentos, pero ¿quién nos cuenta los actos de la ciudadanía? Conocemos a diario lo que se roba, y no conocemos a las asociaciones de hombres, mujeres, personas mayores, que trabajan porque esto se transforme. Yo sí creo que podemos conseguir un país más cívico, más respetuoso con la libre expresión, con los derechos de la ciudadanía. Sobre todo, tenemos que luchar por dignificar el trabajo, por unos sueldos dignos, no podemos trabajar con grados y máster universitarios por 500 ó 600 euros y otros personajes copiando los másteres. No es justo, no es un valor cívico el que se está transmitiendo a los chavales y chavalas.
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